LOS DATOS “ENGAÑOSOS” del “AUTO ROJO”

En el año 1972, Octavio Rodríguez era la referencia. Contaba con uno de los más formidables caballos de raid que hemos visto, el tostado “Gurí”, un pura sangre de carrera, que ganó en todas las distancias y  siempre entró solo en la recta final, y además,  únicamente perdió una prueba, afectado de una infiltración toda la semana, en el ‘71 en Río Branco, entrando 2º tras “Atrevido”.  En abril,  en el Raid  Hípico del Deportivo, otrora llamado “El Raid de La Calesita”, el “Chilo” y su compañero de pueblo y de ruta, el Cap. Rivera Saravia, con “Montonero”, iban en la primera etapa en medio de la competencia.  Era la primera vez que llegaban a Sarandí Grande, y  no conocían  el camino.  En la ruta, dos muchachos con un VW rojo aparecían mirando la prueba, y le anunciaron que la ventaja que llevaban los punteros era de “tres minutos y algo”, lo que era razonable  para  aquella  formidable “yunta” de caballos, y  más en una prueba de 100 kilómetros.  A los pocos kilómetros otra vez aparece el auto, rojo y ante el pedido de información, característico del “Chilo”, el anuncio fue de menos de cuatro minutos de ventaja, por lo que los dos favoritos siguieron al mismo ritmo.  En el retorno –en la antigua estancia “Prandi”-,  al  cruzarse con la caballada en contra, preguntaron en el control, ¡y les dijeron que la ventaja era de 14 minutos!  Entonces comienzan a marchar más fuerte. Llegando los punteros a la neutralización, en la “Criolla”, ellos estaban a un kilómetro y, por lo tanto, “en carrera”. 

Buscaban a los muchachos del “auto rojo”, que había quedado claro, proporcionaban información falsa, pero no se veían por ningún lado.  En la segunda etapa, pronto llegaron a la punta, y  antes de Sarandí Grande, como era el estilo de Octavio, intentó definir lejos, lo que consiguió con gran esfuerzo, pues Rivera con “Montonero” y otro competidor,  pelearon hasta dentro del pueblo.  Gana “por toda la recta”, y al ingresar a la misma, los perseguidores, el Cap. Rivera Saravia y el que había hecho la punta desde la largada, ruedan, siendo el raid que ganó por menor distancia el tostado de Río Branco.  Frente a lo que había pasado en la mañana  -por demás extraño- , averiguan por  los muchachos del “auto rojo”.  A la noche se enteran que eran amigos del otro competidor –alguien de reconocida solvencia y capacidad en el raid -  que intencionalmente habían sido instruidos para “cantarle” los tiempos  errados y hacer que los favoritos “se durmieran”.  La jugada estratégica casi había dado sus frutos.